Volvió el Real Madrid al Gerland y salió como es tradición, con una derrota en el equipaje. Una derrota por 1-0, que complica la clasificación para cuartos de final y deja la imagen del equipo y sobre todo, de algunos jugadores, tocada.

El Real Madrid no logró en ningún momento imponer su ritmo y su estilo frente a un Lyon muy bien plantado en el campo y con las ideas muy claras.  

Govou se convirtió en una pesadilla para la defensa madridista, gracias en parte a que Pellegrini se empeño en ir por Europa con Marcelo como lateral izquierdo, que no deja de ser un lateral apañado para jugar contra el Xerez o el Málaga pero no como para un partido como el de anoche. Lisandro y Delgado se convirtieron en una amenaza constante, cada balón que controlaban era sinonimo de una jugada de peligro porque la supuesta fortaleza defensiva del Real Madrid, que habia mostrado en Liga, desapareció por arte de magia.
Una fragilidad defensiva personalizada en la figura de Diarrá, que mostró, una vez más, las carencias que atesora, lentitud y falta de colocación. 

Y en ataque, el Real Madrid, mostró su peor cara en mucho tiempo, si al inicio de la temporada se justificaba la falta de fútbol con el argumento de la pegada, ayer nada de nada. Bakalá, como dicen los del Carrusel.

Ni Xabi ni Granero se hicieron con el mando del balón y Kaká, ese jugador sobre el cual debia girar todo el fútbol de ataque blanco, nos deleito con otro de sus maginificos partidos, a los cuales nos estamos acostumbrando.

Higuain y Cristiano, por tanto, viendo el funcionamiento del resto podeis entender que se comieran los mocos. Aún así, las jugadas más peligrosas del Real Madrid partieron de sus botas.

En resumen, otro fracaso más, otra vez la cantinela de la remontada (la estadística de este año es 1 intento de remontada - 1 fracaso), otra vez las disculpas, otra vez las excusas y todas esas cosas...