Con un presupuesto de algo más de un millón de euros (menos de lo que cobra cualquier jugador de la primera plantilla del Real Madrid), el Alcorcón dio una absoluta lección al Madrid y puso en evidencia a sus jugadores, entrenador y al proyecto en general. Es complicado entender en un contexto normal cómo un equipo de Segunda B, en las catacumbas del fútbol nacional, pueda apalizar a un club de la dimensión del Real Madrid, pero “la vergüenza” que muchos decían sentir en el club (jugadores y entrenador entre ellos) es fruto de una evolución, de una sucesión de hechos, de una carrera en picado que parece llevar al proyecto de los 260 millones de euros en fichajes hacia el desastre.
Ciñéndonos al partido, al ver el equipo titular no tuvimos esa sempiterna sensación de que el Madrid un año más iba a tirar la Copa. No obstante, los primeros 2 minutos de partidos fueron suficientes para ver que si bien Pellegrini no tiraba la copa con su 11, los jugadores no tenían mucho afán por combatir en “la guerra de trincheras” que planeaba el Alcorcón para este partido. Parte de guerra de esos dos minutos: tres córners a favor del conjunto local y dos ocasiones de verdadero peligro salvadas por Dudek.
Muchos podían pensar que era la caraja inicial típica del Madrid (cuando falta Cristiano, claro), pero tras ello llegó lo peor. Un absoluto infierno para el centro del campo y la defensa madridista, desbordada por todos los lados, aunque especialmente por el flanco izquierdo, donde R.R. Drenthe demostró una vez más que eso de ser lateral no va mucho con él. De ahí partieron los tres goles de la primera parte, y salvo que Pellegrini vea partidos diferentes al resto de los mortales (desde que calificó el juego del Madrid en Gijón como bueno empiezo a pensarlo) ese dato debiera llevarle a la reflexión.
La combinación de Borja y Fernando Béjar tuvo su fruto en el primer gol, así como en el segundo, que alojó en la jaula finalmente Arbeloa "de forma generosa" cuando nuevamente Borja se quedaba sólo a bocajarro. Minuto 22 de partido, con el partido 2-0 y con una pésima imagen... pero aún se esperaba la reacción madridista. Sobra decir que esta no llegó. Una mezcla de impotencia e indolencia (en unos más presente la segunda que la primera) hizo que el Alcorcón dominara por completo el partido y que la parroquia local tuviera que frotarse los ojos en repetidas ocasiones ante lo que estaban viendo. La humillación estaba en proceso.
El Alcorcón combinaba, salía rápido, gozaba de máxima movilidad, llegaban constantes ayudas desde los laterales al ataque y los mediocentros llegaban con peligro a la frontal. ¿Os suena? Efectivamente, esa era la fórmula Pellegrini para este Madrid, algo que en los últimos encuentros ha tornado en utopía ante un juego hermético y anquilosado de los blancos. ¿De qué excusa echará mano ahora el chileno? ¿De la falta de acoplamiento? No valen los paños calientes ya, y es que en lugar de progresión en su juego ofensivo y defensivo, a lo largo de la campaña está virando hacia una anarquía insostenible. La razón es simple: la falta de trabajo.
Desde la humildad, el Alcorcón supone ese espejo en el que se deben mirar los blancos. Anquela, un técnico modesto y sin tanto cartel…. y equipo como el chileno, ha logrado que su equipo, previa adaptación, funcione como un reloj, tanto ofensiva como defensivamente, y eso a pesar de que sólo se mantiene un jugador respecto a la exitosa campaña pasada. ¿Ante ello que pone el Real Madrid? Individualidades ocasionales, un equipo partido, desordenado, sin ideas y a menudo poco solidario con el compañero. Esta es la única manera de comprender el tercer gol, de nuevo con el origen por la banda de Drenthe, con los centrales completamente desubicados y Arbeloa haciendo ayuda en el centro de la defensa, y con Ernesto (ex canterano del Real Madrid), recibiendo sólo en el área pequeña del segundo palo para batir a placer a Dudek. En esas es donde se echa de menos a Lass, el Diarrá bueno, el único que hace una cobertura en condiciones en este Madrid.

Y 45 MINUTOS DE SOPOR
Orgullo. Esa ha sido una de las esencias del Real Madrid, lo que tradicionalmente ha convertido al equipo blanco en temible en finales, y partidos o eliminatorias que se ponían cuesta arriba. Esa casta era lo mínimo que exigía el aficionado madridista tras el descanso con un 3-0 adverso (y gracias, porque Borja falló un gol claro y otro testarazo se le fue al palo durante los primero 45 minutos).  Nada más lejos de la realidad, con Gago en el campo como revulsivo (que puede sonar a ironía pero lo hizo ostensiblemente mejor que un Guti lamentable) el Real Madrid no salió precisamente enchufado. La previsible “conversación” de Pellegrini con sus jugadores no debió surtir mucho efecto, porque en otro fallo generalizado de la zaga, en este caso a balón parado, Borja, pesadilla constante de Metzelder y Drenthe especialmente, metió su segundo del partido y el sexto en tres eliminatorias que ha jugado contra el Real Madrid. Chapeau para el ex Leganés, Valladolid y Alicante.
Después de ello el cansancio hizo presa de los alcorconeros (era de esperar), y sólo fue entonces cuando el Madrid pudo controlar con cierta constancia el balón. Se demostró una vez más que este Real Madrid no sabe jugar cuando le presionan, pero claro, la falta de fluidez que genera este problema también tiene incidencia en el juego incluso cuando les dejan tocar a sus anchas (ejemplo, contra el Milan), y en los minutos restantes de partido se percibió a la perfección. Un quiero y no puedo infame que encoleriza más aún a los aficionados blancos. Ni sensación de peligro hubo, y sólo una ocasión marrada por Raúl y alguna acción aislada de Granero, Van der Vaart o el voluntarioso Van Nistelrooy hizo que el banquillo del Alcorcón temiera ese gol visitante que podría ser clave para una remontada a la heroica en el Bernabéu. Ahí quedó la cosa, en una exhibición de impotencia y de falta de saber hacer que deja al Real Madrid al borde de la eliminación y del caos deportivo.
Se podrá recurrir al espíritu de Juanito y al de las grandes remontadas en Europa, pero este partido formará parte de la leyenda negra del Madrid como la eliminación contra el Odense en Copa de la UEFA o la eliminación en Copa del Rey ante el Toledo. Efectivamente, señor Pellegrini,  esto es de vergüenza.



1-0, min 16: Borja.
2-0, min: 22: Arbeloa en propia meta.
3-0, min, 40: Ernesto.
4-0, min 52: Borja.